jueves, 25 de octubre de 2007

Mamas Solas

Tironeadas por las obligaciones y la culpa, muchas veces estas mamás no saben cómo salir del laberinto de su soledad y poder construir una familia y un futuro armónicos. Una de las claves está en reflexionar y cambiar mecanismos de pensamiento.

Un día, él se fue y nunca más volvió. Siendo muy joven, él murió y ella se quedó sola. Simplemente, ella decidió tener hijos, pero no una pareja. Cualquiera sea el motivo, hoy son muchas las mujeres que en la plenitud de su vida humana y laboral, por decisión propia, ajena o de la vida misma, se convierten en jefas de hogar y crían solas a sus hijos. Detrás de ese nombre genérico de familia monoparental se oculta el conflicto enorme de tener que ocupar distintos roles, sin desatender ninguno, cumpliendo con todos e incluso sobrellevar la enorme duda de si se debe ser papá y mamá al mismo tiempo o no.
Una mamá sola no puede elegir trabajar o no: tiene que hacerlo para sostener económicamente la casa. Tampoco tiene la posibilidad de optar por ir o no a la reunión de padres de la escuela porque no hay quien la reemplace. Mientras gana dinero y educa a sus hijos, su propia vida le reclama una nueva oportunidad, volver a amar, tener amigas y los tiempos y las obligaciones se superponen hasta hacerla estallar.
Es inevitable que la primera sensación que aparece en estas mamás es la culpa por todo. Tanto si trabajan mucho como poco, si están más o menos horas con sus hijos, si se encierran como si se arreglan para salir. Y el primer conflicto es cómo salir de esa encerrona.

Sumas y restas
La única posibilidad para llevar adelante el hogar, criar a los hijos y seguir siendo una mujer es poder ocupar los tres roles, entrando y saliendo de ellos con naturalidad. Es fácil decirlo, pero difícil llevarlo a la práctica.
El peor camino es intentar ser la mujer 10: la mejor madre, la trabajadora ideal, la que más plata gana. Esta exigencia atenta contra la mujer: después de gastar tanto tiempo, queda nada para salir o querer conocer a alguien.
Una mujer que puede reflexionar con serenidad acerca de sus tiempos, de cuánto suma o resta si trabaja menos horas o ve menos a sus hijos, está en condiciones de encontrar espacios para todo y para todos con naturalidad.
En esas sumas y restas, en lugar de cantidad se debe preguntar por la calidad porque vale mucho más pocas horas pero llenas de afecto para estar con los hijos, que mucho más tiempo sólo con resentimiento. Pero, claro, esta ecuación sale siempre que no se sienta culpa pues este sentimiento resta flexibilidad y limita la creatividad.

¿Culpable de qué?
Las mamás solas que están en conflicto con esta situación sienten culpa casi por todo. Muchas hasta se hacen responsables por la muerte o ausencia del padre, aparece culpa por los horarios laborales, por los reclamos de los hijos o porque no está bien visto salir con las amigas o con un hombre si se es una madre sola. En general, este sentimiento se traduce en dudas que casi nunca tienen una única respuesta: ¿dejo de ganar dinero y me dedico más a los chicos?, ¿son lo suficientemente grandes como para que trabaje más horas?, ¿reaccionarán mal si le digo que tengo una relación?
La culpa genera compulsión a la mentira como un escape. Es más fácil engañar a los chicos diciéndoles que la salida es por cuestiones laborales cuando, en realidad, es una cita, que enfrentarlos a la verdad.
En cambio, cuando una mujer consigue estar tranquila y segura en sus espacios, cuando tiene esos espacios legitimados porque ella misma se ha dado permiso, trasmite la información con claridad, no se esconde y destierra la culpa. En el área afectiva, lo central es entender que el hijo no es la pareja, que cuando ella sale con alguien no traiciona a nadie porque no hay nadie a quien traicionar y que amar a otro no es sinónimo de amar menos o dejar de amar al hijo.

Escuchar a los hijos
Para las mamás solas, el reclamo de sus hijos es un disparo directo al corazón. Cada vez que los chicos piden más atención, más compañía, un juguete o ropa, ellas lo sienten como una deuda casi imposible de pagar y ni siquiera tienen ese otro que les sirva de límite para la interminable cantidad de pedidos de los niños.
Sin embargo, en la voz de los hijos hay señales que son mucho más interesantes para una mamá que busca ser feliz para hacer feliz a los suyos. Por ejemplo, un chico que tenga problemas en la escuela, miedos no resueltos y reiterados o se haga pis en la cama puede estar diciéndole a su mamá lo mucho que le pesa que él sea su único interés. Cuando una mujer puede interesarse por su desarrollo profesional, su aspecto y su vida afectiva – es decir, encuentra su espacio como persona – el hijo deja de ser el único soporte amoroso, se siente aliviado y no necesita traducir en síntomas físicos el agobio que lo ahoga.
Por su parte, un chico con inhibiciones, retraído y tímido puede ser el producto de una mamá que puso en él todo su futuro y se olvidó de que soñaba con ser una profesional destacada o con tener un título o un mejor trabajo.
De sus tres espacios esenciales (trabajar, educar a los hijos, ser mujer), el que más les cuesta encontrar a las mamás solas es del ser mujer y, consecuentemente, lo peor que le puede pasar al hijo es que ella no encuentre a otro en quien hacer recaer su amor y él sea el único depositario de todo su afecto.
En cuanto a lo laboral, el riesgo no es solamente que mamá no se anime a trabajar demasiadas horas sino que se exceda y encuentre en el trabajo la justificación para no volver a casa. Sin embargo, en este caso, el hijo también hará su reclamo correspondiente. El asunto está en que la mamá esté en condiciones de escucharlo y eso lo conseguirá si está lo suficientemente abierta para hacerlo.
Por eso, casi siempre es sinónimo de bienestar y armonía que un hijo chille porque mamá sale, se maquilla o va a trabajar. Y, en cambio, no es saludable para ninguno que mamá se anule como mujer y deba vivir en la escuela porque el chico chilla allí y los maestros lo amonestan.

La voz interior
Para estas mamás, también es importante aprender a escucharse a sí mismas y a su cuerpo. La tensión muscular, la angustia, los trastornos de alimentación, ataques de pánicos o estrés son las señales que advierten que en su relación con sus roles hay más culpa que libertad, más encierro que apertura.
Sólo a veces, la reflexión y el reconocimiento de estos síntomas son el camino hacia la curación. Pero, en la mayoría de los casos, se necesita auxilio profesional.
Una mamá sola, en armonía con sus funciones múltiples, con aire para ejercer todos sus puestos vive y les trasmite a sus hijos una relación vital, alegre y sin cargas. En cambio, una mujer que no logra hacer convivir sus espacios sólo trasmite frustración y agresión, incluso en la relación con sus hijos.

No ocupar espacios ajenos
Así como una mamá sola tiene diferentes roles a cumplir, y cada uno de ellos debe encontrar sus espacios y tiempos, cuando se trata de la falta de figura paterna la clave es que una madre no puede ocupar el lugar de un padre. Ni por función ni por género, una mujer está en condiciones de trasmitir el mensaje paterno.
Para los hijos, hay otras imágenes masculinas que pueden suplantar la ausencia del padre: un abuelo, un tío y hasta un amigo muy cercano se pueden convertir en los dadores de ese rol paterno. En cambio, cuando sobre el hijo mayor recae la obligación de convertirse en el padre de sus hermanos y el hombre de la casa, puede generar en él una madurez prematura que no le permita desarrollarse en plenitud.
Tener claro la imposibilidad de convertirse en la figura paterna ayuda a estas mujeres a no confundir tampoco su lugar en el trabajo. En el trato con superiores y compañeros varones, una mujer sola tiene un lugar preciso y no necesita adoptar posturas o conductas masculinas para poder ejercer liderazgo o hacer valer sus derechos. Por el contrario, una mujer sola tiene todas las ventajas de su propia decisión e independencia cuando la soledad se convierte, para ella, en una experiencia enriquecedora y no en una carga llena de culpas que debe llevar por el resto de su vida.

Me enviaron por mail asi que no se cual sea la fuente...

3 opinaron:

Lourdes dijo...

Ese tema de los roles siempre la tuve bien clara, el rol mama es diferente al rol mujer, es el tire y afloje para equilibrar ambos roles. Una mama que se paso la vida siendo solo mama y dejo de lado su rol de mujer es una persona fustrada que cuando los hijos son grandes ya no tiene sentido la vida, una mujer que se paso siendo solo mujer y dejo de lado su rol de mama tambien es una persona fustrada que siente que le falta algo, tiene una vida incompleta.
Particularmente, me cuesta hoy comprarme la ropa que quiero o el zapato que me gusta, irme a la peluqueria, hacerme el tinte, un buen corte, no porque no quiera sino porque no puedo, la situación economica siendo yo la unica fuente de ingresos no me permite.
Soy conciente que tengo relegada mi rol de mujer.
Y para poner mas peso en el asunto ni siquiera puedo pensar en tener una relación amorosa.
Ser mama es lo mas hermoso que me paso en la vida, es gratificante pero tambien se que soy mujer con necesidades de mujer y no solo hablo de la parte sexual, hablo del contexto general de lo que implica ser mujer. Quizas en mi caso particular, por mi situacion economica, me cuesta salir del agujero pero debemos ser concientes que para tener una vida sana fisica y psiquica tenemos que saber manejar los roles y hacer lo posible por no dejar de lado ninguno de ellos.

Viviana dijo...

Yo tengo CERO culpas... como tenerlas ? si yo soy la que esta disfrutando la criatura al 100%

Culpas ? por favor...

Anónimo dijo...

Hola que tal ^^

Pues bueno, me encontre con este blog en un foro de madres adolecentes, yo tengo 19 años y estoy esperando bebé, no puedo presisamente decir que sere madre soltera por que tengo el apoyo de mi pareja, pero pues me parecio interesante y cureoseando encontre cosas muy buenas, agrego su blog a mis vinculos ^^

mucha suerte y saludos