Emocionado el joven narro a su madre lo sucedido y le entregó la lampara".
Una de las cosas que más me preocupa por ser mamá de un varón es la relación que tenemos. Esto se me hace más difícil o preocupante por la ausencia de un padre. ¿De qué hablo? Pues de que para mi treparse a un árbol es algo riesgoso y cero divertido. Pero para mi hijo el treparse a lo que sea constituye una diversión infinita. Para mi el patear una pelota es una de las cosas más tontas que ha inventado el ser humano. Para mi hijo es un vacilón absoluto. Y así. Una mujercita en cambio sería más comprensible. Delicada y limpia por lo pronto.
No digo que las niñas no estén exentas de las rebeldías propias de la biología del "hijo". Creo que todos los que somos hijos sabemos que es casi un deber biológico el manifestar nuestra individualidad y diferir de los padres. Luego vamos madurando y nos damos cuenta que ellos tenían razón pero para ese entonces ya somos padres: nos convertimos en el "enemigo" :-)
A lo que me refiero es a que siendo él varón y yo mujer, tenemos distintos puntos de vista de las mismas cosas y podemos: a) pelear hasta ver quién gana, o b) aceptarnos tal como somos y aprender el uno del otro.
Mi niño tiene menos de dos años (en quince días serán dos) y me parece absolutamente importante ir marcando el clima de lo que será su relación conmigo. Tengo pocas reglas:
1. Siempre le digo la verdad. Si me voy a ir le digo "me voy", si estoy molesta le digo "estoy molesta", y así. Y si le digo "toma tu biberón y luego te pongo la tele" pues toma el biberón y yo (tripas corazón) le prendo la tele. No hay mentiras ni engaños entre nosotros.
2. Siempre le digo que lo amo y trato de explicarle el por qué yo no lo dejo hacer algo que a él le parece genial (como lanzarse cabeza abajo desde su cama, por ejemplo).
3. Si no le puedo hablar bien de alguien, no le hablo (y me refiero a su padre). Esto irá cambiando en un mencionarle a su padre para que se familiarice con el nombre pero siempre en un tono neutral, sin rabia, ni rencor ni nada.
Yo no sé si estos principios me funcionen. Pero sólo ansío que cuando mi hijo sea adolescente y algo le ocurra lo primero que haga es venir a contármelo a mi... como Aladino a su madre.
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