domingo, 23 de marzo de 2008

¿Quién no cree en cuentos? (I)

Esta semana, queridas señoras, quiero hablar de la figura de una de las pocas mamás solas que recogen los cuentos: la mamá de Aladino del cuento que todas conocemos: Aladino y la Lámpara Maravillosa...




“En una ciudad remota, hace mucho tiempo vivía una viuda con su hijo Aladino”.

Hay muchas formas de ser mamás solas. La de la mamá de Aladino fue la viudez, otra opción es los divorcios, también se puede ser mamá sola por elección o se puede ser mamá sola por falla de método o por no tener un método en absoluto (como fue mi caso).

Casi siempre, además de estar solas nos toca lidiar con un corazón roto que a veces no nos deja respirar y ni siquiera disfrutar de ser “mamá”. Y de eso se trata para mi el escribirles y el compartir mi experiencia. De darnos una mano para no perdernos en el “solas” sino de quedarse en el “mamá”, que es la palabra más maravillosa del mundo cuando sale de la boca de una personita que es carne de tu carne y sangre de tu sangre… un pedazo de ti.

Hay mil formas de perderse la dicha de ser madre y yo he vivido muchas de ellas, también sé que muchas mamás solas (o mamás solteras) tienen depresiones por el hecho de serlo y se lo pasan mal muchos días perdiéndose justamente la maravilla de la maternidad que se nos ha regalado. No hablo de la depresión post parto que le ocurre a todas, sino de una depresión particular durante el embarazo, los primeros meses y – en algunos tristes casos- el resto de la vida, hasta que se dan cuenta que se perdieron de todo sintiéndose miserables y haciendo infelices a sus hijos (víctimas inocentes).

Si te ha tocado ser mamá sola – como la mamá de Aladino – y además no es algo que tú hayas querido voluntariamente sino algo que ocurrió sin consultarte, puedes elegir en pasarte el resto de la vida enfocándote ya sea en el marido muerto, en el ex marido, en el ex novio, en la aventura sin protección, en el irresponsable de turno, en tu infelicidad; o, puedes enfocarte en: las pataditas por la tarde, en cómo crece tu vientre, en sus manitos, en su olorcito, en sus piecesitos, en su sonrisa, en sus travesuras, en su risa musical que hace que el alma sonría y el mundo se vea más hermoso, en cómo se parece a ti hasta por lo mandón y renegón, y en fin, yo sé que me entiendes.

Ya hay mucha gente que aún no ve con “buenos ojos” el que una mujer tenga un hijo sola. Y esa es la gente que –queriendo o sin querer- procurará hacer infeliz a tu criatura recordándole que “no tiene papá”. ¿Quieres que tu hijo sea infeliz?

O más bien ¿Quieres que tu hijo sea feliz, sonría y se sienta amado? Pues la solución la tenemos dada: sé feliz, disfruta de lo que tienes, sea poco o mucho, sonríe mucho y dile cuánto lo amas. Díselo tres veces al día, cuatro, cinco, seis, díselo el doble de las veces en que se lo dice una mamá “casada” o una familia tradicional. Díselo por ti y por el otro 50% de su ADN que no tiene la oportunidad de decírselo. Ámate y ámalo. No es fácil, pero hay que hacer el esfuerzo.

Hace pocos días ví una película con Glenn Close y Robin Williams que en español se llama “El Mundo según Garp” y se trata de Jenny Field (Glenn Close) que tiene un hijo sola (Garp) a quien cría y educa enseñándole a disfrutar de la vida y de lo que tiene. Le enseña a sentirse y saberse amado y en fin, a ser un buen hombre.

Cuando éste crece la gente le dice “hombre, tú eres el hijo bastardo de Jenny”. ¿Y qué hace este chico? ¿Se pone a llorar por lo que le acaban de decir? ¡Para nada!!! Se muere de la risa de ser conocido como el hijo de su madre, se le infla el pecho de orgullo y dice “sí, yo soy”.

En esa misma película una de las frases finales que él le dice a su madre (antes de que ella muera) es “nunca necesité un padre”. Esa frase encierra muchas cosas, ya sabemos que biológicamente sí que son necesarios los padres y que emocionalmente se habla de la figura paterna como referente para el buen desarrollo de los hijos, pero lo que este hombre implicaba era que era FELIZ de tener una madre como la suya y que estaba tan orgulloso de ella y la amaba tanto que ha decidido no enfocarse en la ausencia de un padre sino en lo afortunado que fue de tener la madre que tuvo.

¿Estás lista para que tu hijo o hija piense así de ti? ¿Estás lista para enseñarle – con el ejemplo- a enfocarse en lo bueno, trivializar lo malo y ser feliz pase lo que pase y hacer que el amor y la unión sea la base sólida para ambos?. ¿Estás dispuesta a darle una familia aunque esa familia sean sólo tú y él o ella? Yo sé que estás lista porque si no, no te habría tocado hacerlo sola, pero ¿lo sabes tú, o prefieres ponerte a llorar sobre la leche derramada y hacer de tu vida un drama gris y una noche larga e intolerable? La decisión está en tus manos.

Tú y yo podemos ser Jenny. Sólo es cosa de desearlo en serio y ponerse a “trabajar” para ser felices. Y decir, sin complejos, sin bajar la mirada, sin dar explicaciones, con orgullo, sonrientes, felices: Sí señora, soy la mamá de Aladino, y… ¡me fascina serlo!

No se pierdan este video:




4 opinaron:

Viviana dijo...

MA RA VI LLO SO !!!!!!!

Alfonso Saborido dijo...

Cuando uno se da cuenta de lo importante que es la mamá, no es cuando mamá está sola. Es cuando somos hijos, y de pronto, nos damos cuenta de que mamá ya no está. Entonces somos hijos solos. Qué duro, aunque se tenga cuarenta años cuando mamá se va.
Buen ejemplo el de Aladino y la lámpara maravillosa. ¿Qué fácil es descubrir quién es el (la) genio en la historia ¿verdad? y no el de la lámpara precisamente.
Felicidades por el blog, seguis derrochando ternura y testimonio a raudales.
Alfonso.

Alejandra Díaz Arenas dijo...

Muy hermoso el texto! te pasaste!!!
Me encanta la forma tan positiva de enfocarlo, sumamente necesario para nosotras, para ell@s nuestros retoños y para todo el mundo por cierto,
gracias!

Gu1ta dijo...

Alfonso: Sí, las mamás hacen falta siempre, por eso las que somos mamás tenemos que ESTAR presentes. Eso quiere decir tomar conciencia de lo que nos pasa, aceptarlo y hacer nuestro trabajo que además es hermoso porque nos sale del corazón.

Alejandra: Es un honor que te haya gustado lo que he escrito, porque he visitado tu blog y me ha servido de inspiración para mucho de lo que pienso ahora y para sentirme mucho mejor como mamá que soy. Gracias por eso.